¡Contacta conmigo!

¡Contacta conmigo!

Si tienes alguna duda o algún comentario privado, puedes contactar conmigo a través de mi correo electrónico (alexdoblasmunoz@gmail.com) o de mi cuenta de Facebook (Alex Doblas Muñoz).

jueves, 28 de agosto de 2014

Y después... ¿Qué?

Tengo la certeza y la seguridad que con este texto, vuestros pensamientos se sentirán identificados. Os traigo una reflexión que muchos de nosotros nos hemos planteado más de una vez. Llamadlo miedo, llamadlo curiosidad, llamadlo como queráis. Es una de las preocupaciones que podemos tener muchos de nosotros, pero que por mucho que queramos intentar convencernos de lo contrario, en mi opinión, es ley de vida al fin y al cabo.

Nacemos, crecemos, nos reproducimos para tener descendencia, y morimos. Pero, y después... ¿Después qué? Ese miedo, ese afán por el concepto de una vida con un límite, con un final que no deseamos que llegue, pero que en un momento o otro, sea a los cincuenta años, a los setenta, o a los cien, todos cerramos nuestro ciclo vital de una sola manera, con la muerte.
Desde hace miles de años, las personas nos hemos refugiado en creencias, leyendas, dioses y religiones para soportar el miedo que nos conlleva el pensamiento de abandonar este mundo en su totalidad. Religiones que nos prometen, por ejemplo, el cielo, el infierno o el purgatorio, basándose en nuestros comportamientos; hace algo más de un par de miles de años, se creía en antiguos dioses que te podían perdonar la vida o hacerla más duradera; creencias que sostienen la existencia del alma, de ese rastro de energía de cada uno que nunca se va del todo.

Yo, personalmente, me muestro escéptico. Me mantengo en la idea de que al finalizar nuestra etapa en este gran mundo, cuándo nuestro corazón detenga sus latidos y nuestro cerebro cese su actividad, no quedará nada de nosotros más que nuestro recuerdo, que también tendrá un final al cabo de décadas. Esta manera de pensar, que pensaréis que quizás es un poco triste y desalentadora, no me impide disfrutar de mi paso momentáneo por aquí, sino más bien al contrario, me hace tener la certeza de que debo ser feliz, hacer algo de provecho y hacer lo posible para inculcar unos valores a otra generación, que si se da el caso que sea de mi descendencia o no, puedan adquirir y transmitir para con su felicidad en su paso por aquí.


Y vosotros, ¿qué pensáis sobre esto?

lunes, 25 de agosto de 2014

El inicio de algo

“¿Me hará caso?”, “¿Ganaré?”, “¿Alguien lo entenderá?”, “¿Estoy en lo cierto?”. Leyendo estas cuatro preguntas lanzadas al aire, que apuesto que muchos de nosotros nos hemos planteado alguna que otra vez, se me ocurren un par de cosas que podéis pensar instantes después de acabar el primer párrafo... Una de ellas (probablemente la mayoritaria) será que os vendrá a la cabeza algo como: "¿Qué deberá estar haciendo un joven de dieciséis años, empezando un blog mareándome con cuatro preguntas tontas y sin relación entre sí?", y la otra... bueno, la otra mejor me la guardo, porque estaría encantado de que siguierais leyendo.

Iré al grano de una vez. Las cuatro preguntas sí tienen una relación, esta es bien simple si nos paramos a pensar. Y es que todas ellas, más allá de sencillas interrogaciones, son inquietudes. Todos tenemos inquietudes: tú, yo, el vecino del cuarto, todos. Mi inquietud, una de las muchas que puedo tener, y además es el motivo por el que estoy escribiendo y tú leyendo esto, es que necesito plasmar mis opiniones en algún lugar que no sea tan solo en un pequeño hueco de mi mente. Algo tan sencillo como una opinión, que puede ser discutida o compartida, pero que al fin y al cabo es la locuacidad y el criterio de un chaval de dieciséis años.

Y aquí, queridos amigos, empieza mi blog. Yo, encantado de plasmar mi pensamiento en algún lugar, y tú, bueno... tú con la posibilidad de pasar un par o tres minutos repasando los escritos de un joven con algo que contar.